Quien va a Río y no conoce Candelária sale con la sensación de no haber hecho el paseo completo. Querida por los cariocas, es una de las más famosas y bellas iglesias de Brasil. La Iglesia de Nuestra Señora de Candelária recibe centenas de turistas todos los días y está ubicada en medio a una serie de puntos de interese cultural de la ciudad.

El nombre de la iglesia tiene un origen no comprobado históricamente. Cuenta la leyenda que, en el inicio del siglo 17, una tempestad casi hizo que naufragara un navío español llamado Candelária, donde estaban los capitanes Antônio Martins Palma y Leonor Gonçalves. La pareja habría hecho una promesa de edificar una ermita dedicada a Nossa Senhora da Candelária (Nuestra Señora de Candelária) si lograran salir con vida. Cumpliendo la promesa, al llegar a Río de Janeiro, hacia 1609, empezaron a construir una pequeña capilla en el lugar donde actualmente está la iglesia.

Pero, los registros oficiales empiezan a partir de 1710, cuando se dio la primera reforma de la pequeña iglesia parroquial. En la segunda mitad del siglo 18, la necesidad de ampliarla hizo que el sargento-mor Francisco João Roscio, ingeniero militar portugués, diseñara los planes de la nueva edificación en forma de cruz latina, iniciada en 1775, utilizando material extraído de la Pedrera de Candelária, en Catete.
La primera inauguración fue hecha en 1811 aunque aún hubieran obras por terminar – había solamente una nave y altares esculpidos por Mestre Valentim – por ocasión de la presencia del príncipe regente y futuro rey de Portugal, Don Juán VI. Mestre Valentim fue el gran artista de estilo rococó de Río de Janeiro y desafortunadamente sus obras han sido sustituidas en reformas posteriores. Hay quien diga que la Iglesia de Candelária trae a la memoria algunas obras del barroco portugués datadas del siglo 18.

La fachada, considerada una de las más bellas del mundo, está vuelta hacia la Bahía de Guanabara, principal camino de entrada de la ciudad en la época de su construcción. La planta tiene la forma de una cruz latina y toda su historia está pintada en los murales. Ya en el siglo 19, el proyecto de la iglesia fue ampliado a su actual configuración, con tres naves, manteniendo la fachada original creada por Francisco Roscio.

La cúpula, parte final del proyecto, representó un gran obstáculo para la obra entre 1856 y 1877. Varios arquitectos necesitaron intervenir y las diversas partes de la cúpula, hechas en piedra lioz portuguesas traídas de Lisboa, finalmente fueron instaladas, acompañando las ocho estatuas que adornan la iglesia, esculpidas por el portugués José Cesário de Salles. La cúpula de la Iglesia de Candelária ha sido durante mucho tiempo la más alta construcción de la ciudad.

En 1878, la decoración interna neo renacentista italiana empezó a ganar forma en el revestimiento de mármol policromado en las paredes y columnas, diferente de lo que era usual en la época. Las pinturas y murales son todas del brasileño João Zeferino da Costa, profesor de la Academia Imperial de Bellas Artes, que contó con la ayuda de los alumnos Henrique Bernardelli, Oscar Pereira da Silva y Giambattista Castagneto.

Otros detalles importantes del interior son el altar-mor del brasileño Archimedes Memoria, los vitrales alemanes y los enormes púlpitos en estilo art nouveau del escultor portugués Rodolfo Pinto do Couto (1931). En 1901, fueron instaladas las bellas puertas de bronce en la entrada de la iglesia, obra del portugués Teixeira Lopes.

 

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